"Cómo una rodilla jodida marca nuestro origen"

Siempre quise ser futbolista. Como la mayoría de los niños en Colombia.

Algunos decían que no tenía talento para tal. Otros que sí. Yo prefiero creerles a los segundos.

Pero el caso es que no lo fui. Es lo que hay.

Acepté la realidad y entré a estudiar ingeniería civil. Me gustaban los números, se me daban bien. Además, ya me había convencido de que el fútbol no me pagaría las cuentas.

Aun así, jugaba cada vez que podía. Sin importar si me daban un peso o no.

Hasta que un día, en un partido sin importancia, mi rodilla decidió traicionarme.

Esa noche no dormí del dolor.

Fui a la EPS (la supuestamente "mejor de Colombia"). El médico general me miró como si me estuviera quejando por gusto.

Me autorizaron una radiografía, luego una ecografía… nada fuera de lo normal.

"Un esguince. Nada grave" dijeron.

Pero mi rodilla tenía otros planes.

Pasaron los meses. Yo hacía lo que me decían. Descanso, aplicaciones de calor y frío, ejercicios de fortalecimiento.

Nada.

Siempre que intentaba volver, terminaba en el suelo. Duro.

Hasta que un día el dolor físico ya no dolía tanto como el otro dolor. El de saber que no iba a volver a jugar.

Dos años después, mi papá llegó a la casa con una noticia inesperada:

—Voy a ser asesor de seguros.

Mi papá siempre fue exitoso en lo que hacía. Para mí, tenía un buen empleo. Pero él quería más. Quería libertad.

Lo apoyamos todos. Porque si algo tenemos en común mis hermanos, nuestra madre y yo es que confiamos en él.

Y aquí viene el giro.

Unos días después, volví a intentar jugar. Mi rodilla me recordó que yo no era el que mandaba.

Llegué a casa derrotado. Mi papá me vio. Sabía exactamente lo que estaba sintiendo. Él había pasado por lo mismo.

Me miró y me soltó una pregunta que lo cambió todo:

—Debes tener un seguro estudiantil. Pregunta mañana en la universidad con qué aseguradora están y pide un resumen de coberturas.

Lo hice.

Un mes después, estaba en un quirófano con uno de los mejores ortopedistas de la región. Me operaron del ligamento cruzado anterior.

El seguro pagó todo.

Hoy, juego fútbol otra vez.

Y tengo una agencia de seguros con mi papá. Se llama Cuarzzo Seguros.

Porque si algo aprendí de todo esto es que cuando tienes un Seguro, te levantas del suelo más rápido.

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